15/5/11

El colectivo no es, es lo individual

Las posturas individualistas y egoístas que adoptamos cotidianamente surgen de las entrañas mismas de la sociedad capitalista: “el ser social determina la conciencia”; “el ser humano piensa como vive” y no a la inversa, como cree el común de las personas. Cuando somos niños vivimos, actuamos y pensamos como niños; determinados por esa realidad. De tal forma que la conseja “pienso y luego existo” adolece del más puro y rancio idealismo.

Ensalzar al individuo; elevarlo, retóricamente, hasta la cúspide más alta es el mecanismo de que se vale la sociedad capitalista para exacerbar y potenciar al máximo el Individualismo en las personas. A las que en la práctica aniquila; y convierte en una polvareda de conciencias separadas: obligadas a buscar, individualmente, el “paraíso” prometido. Que de encontrar ha de ser (necesariamente) llevándose por delante a sus semejantes.

No basta con que el individuo desarrolle egoístamente (en solitario) sus mejores dotes: habilidades y destrezas, como lo sugieren los ideólogos burgueses, para alcanzar el paraíso prometido; pues, existen condiciones objetivas: históricas, sociales y prácticas que este individuo (desde su subjetividad) debe enfrentar. Y es que en una sociedad cimentada sobre la ley de la selva: la ley del más fuerte, tal pretensión (el paraíso prometido) se torna quimérica, inalcanzable; al menos para el grueso de los individuos, los trabajadores. Que carentes de Condiciones Materiales de producción: Medios de Producción -de allí dimana toda desigualdad social- están obligados a vender a los chulos capitalistas (dueños “legales” aunque “ilegítimos” de dichas Condiciones) lo único que poseen en propiedad: su Condición Personal de Producción, su Fuerza de Trabajo, para poder sobrevivir. De allí que si los trabajadores desean cambiar suerte deben llevar a cabo la Revolución social: Expropiar a los Expropiadores capitalistas; convertirse en dueños legales -porque legítimos ya lo son- de las mentadas Condiciones Materiales de Producción: los Fundamentales Medios de Producción.

Definitivamente, la barbarie capitalista se asienta en una lógica perversa que permite a unos pocos individuos (los Goliat: capitalistas) todo tipo de privilegio. Y condena a la inmensa mayoría (los David: trabajadores) a “vivir” en la miseria y el pauperismo. Por eso debe ser barrida (por los trabajadores) de la faz de la tierra.

Ahora, ¿qué es lo que hasta ahora ha impedido a los trabajadores dar el paso definitivo: destruir la pérfida sociedad capitalista y establecerse en el poder? El estar determinados por ella; ésta valiéndose de un proceso de carácter socio histórico denominado Individualización (o socialización) los ha adecuado a sus fines e intereses, es eso lo que hasta ahora ha impedido a los trabajadores trascender los caducos moldes de la sociedad burguesa.

Tengamos presente que el individuo se desarrolla en doble sentido: “Individualidad” e “Individualización”; la primera la adquiere y desarrolla en el curso de su vida; la segunda la adquiere y desarrolla en el curso de la historia; es un proceso, repito, de carácter socio/histórico; por intermedio del cual es fijado el individuo a la sociedad de turno. Así lo han fijado a la sociedad capitalista. Pero, existe una manera de zafarse y llevar a cabo la transformación Socialista de la sociedad: haciéndose de una profunda conciencia ético-Socialista, de una cultura eficaz y auténticamente revolucionaria.

La sociedad capitalista no constituye un hecho natural insuperable acaecido con la humanidad misma, como se lo han hecho creer a los trabajadores; constituye un eslabón más, una fase de nuestro devenir histórico. Asumirla como un hecho natural insuperable (como la panacea) significa lanzarse al precipicio: aferrarse a ella como quien se aferra al enemigo; algo así como asirse a un clavo caliente. Cuando de lo que se trata es de destruirla (transformarla). Porque en ella nadie podría surgir sino llevándose por delante a sus semejantes: cada hombre se convierte objetivamente en enemigo del propio hombre.

Ahora, el hecho que la inmensa mayoría de trabajadores, a escala planetaria, sigan estando determinados por la sociedad de turno, los coloca muy por debajo de la clase social a la que pertenecen, vale decir sin conciencia de clase; consecuentemente, siguen actuando bajo el influjo de la propaganda oficial confeccionada para perpetuar los intereses del gran capital; por eso no logran advertir a su enemigo de clase, la burguesía, porque dicha propaganda sigue haciendo estragos en sus cerebros, no obstante, existe buen número de trabajadores que sí están a la altura e incluso por encima de dicha clase social. De entre estos últimos debe surgir la vanguardia obrera, la vanguardia revolucionaria. Y, ¿qué es la Vanguardia? La memoria de la clase trabajadora, la encargada de educar a dicha clase para que eleve su conciencia cotidiana al plano de conciencia revolucionaria: recobre su memoria y reconstruya su hilo histórico; y lleve a cabo la transformación Socialista de la sociedad. Cuestión que jamás podría acometer una Vanguardia reformista, por la cortedad de su memoria. Este tipo de Vanguardia (reformista) termina paralizando a los trabajadores y lanzándolos a los garfios de sus propios verdugos, las bestias capitalistas.

¿Qué hacer? Aprovechar las ilimitadas libertades que (desde la perspectiva democrático-burguesa) nos brinda el gobierno híper liberal del presidente Chávez (presa del Estado liberal burgués) para fundirnos entre las masas explotadas en general: ganar su confianza y educarlas, bajo una perspectiva ético/socialista; para que hagan suyas las banderas Socialistas; solo así podremos acumular las fuerzas que a posteriori nos van a permitir barrer la podredumbre capitalista.

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